Seguidores

miércoles, 29 de febrero de 2012

Cine - Little Ashes (Cenicitas, decidme algo bonito)




Federico García Lorca vale la pena como reclamo, en todos los sentidos de la expresión. Lo digo, ahora y siempre que Nunca se convierta en mi Ahora.
Y me estoy refiriendo al buenamente intencionado filme de Little Ashes (2008), una coproducción angloespañola de la mano del británico Paul Morrison.
Hay en esta película, si puede haber, dos arquetes; uno provisto de oro y el otro es heredero de la niebla,
pues los actores de esta maravillosa historia (aún no diré el nombre de los personajes, pero uno de ellos ya está descubierto) van cargados de una horquilla de sinceridad bajo el pelo pero de lo variopinto que suena el tono de su lengua (la película está rodada en el idioma de Locke), destripa la buena sintonía que generan. El ''producto españó'' Javier Beltrán y el ''vampiro'' Robert Pattinson protagonizan (para el agrado de muchos/as y desagrado de muchos/as, para el caso del segundo) este filme interpretando al maestro Federico García Lorca (tal y como se ha dicho al inicio) y un más que ''excéntrico aunque rallando lo extenuante'' Salvador Dalí, respectivamente.

Foto de la izquierda: Visión fílmica perfumada.
Foto de la derecha: Visión veraz.  
En ambas fotos,
de izquierda a derecha: Lorca y Dalí.

En esta graciosa y ecuánime experimentación corretea la simpática relación (en el sentido más amplio) que mantuvieron
estos magníficos artistas durante su juventud, a partir de 1922, cuando un ''pimpollo'' Dalí pisa por vez primera la que será su casa durante su formación como artista: La Residencia de Estudiantes de Madrid. Fue en este edificio, donde se conocieron, y según la película, mientras Salvador espiaba a un ya 'mayorcito' Lorca (contaba con 24 años en comparación a Dalí, que tenía entre 17-18), momento en el que, al ser pillado in fraganti apoyado al alféizar, va y se hace el muerto, de manera paupérrima eso sí.

A partir de ese momento surrealista, y mediante el celestinazgo inicial de Luis Buñuel, Federico y Salvador entablan una profunda amistad en apenas poco tiempo. La admiración entre ambos es mutua y palpitante, una conexión inmediata. Y tan inmediata que al llegar apenas a la media hora el Dúo Dinámico de la Dictadura se halla en Cadaqués montando en bicicleta por las pedregosas carreteras que muerden la costa del Ampurdán.

Cruzando el límite de la realidad argumental, llegados a cierto punto, ambos se enamoran o al menos es Lorca el engatusado por el carácter indómito y romántico de Dalí, que alardea de ser dueño y señor de la Res Pictórica.

Un apunte importante, aunque ''Importante'' sea relativo... : Esta película, de temática por supuesto digna de ver no deja de fracasar estrepitosamente a partir de la aparición de Dalí con su mostachete característico (Pattinson con un bigotito mal recortado que más se parece a una cornamenta de un toro de lidia que otra cosa) al volver de París, y deja de mostrarse el retraído zagal e influenciable del principio y más se muestra un capullo integral y extravagante que de su estancia en la Belle Époque parisina se olvida de su amor inocente hacia Federico, si es que es posible borrar un amor de este tipo.

Además, también vale la pena por que hay una escena mítica en la que nos encontramos al granadino en nobles tierras andaluzas (con el ''vampiro'' encima) embadurnándose de lo que transmutará en el ''Romancero Gitano''. Una obra inmensa la cual nos provee la película de un poema mordaz recitado por el mismo Javier Beltrán (recordad que interpreta a don Federico), en un escenario que a más de uno intimidaría y echaría a correr calles abajo: una cena con militares comentando y favoreciendo la captura y represión al pueblo gitano por parte de la Benemérita. Y es en el preciso momento en que Dalí, obnubilado el entendimiento por ''elixires'' presenta a Lorca como ''un gran poeta''. El capitán de turno le pide un poema, no sin cierta sorna... y para más inri el poeta de turno le recita uno, no sin cierta sorna, ¿cómo terminará la escena?

En fin, una película muy recomendable de ver, muy fiel a Lorca, especialmente en su obra poética y referencias, cosa que disfruto y agradezco muchísimo.

sábado, 25 de febrero de 2012

Mr. Clemens o el plumillas errante.


Para muchos el hecho de escribir (a mano o a máquina) se considera un placer equivalente a la ingesta de una infusión de melisa  o absenta tranquilizante. Y aún más si este noble arte (de transmitir el más recóndito de los saberes) adquiere proporciones inigualables si unimos ESCRITURA con VIAJE.
Poder viajar a lugares desconocidos para nuestra mente y ver nuevos países que sólo podíamos visitarlos mediante lecturas a la luz de velas, de pocos autores que venían a nuestras manos traducidos de incógnito, es para muchos, el verdadero paraíso.

Samuel Langhorne Clemens (Missouri, 1835- Connecticut, 1910), mejor conocido por su rúbrica como Mark Twain, fue un apasionado de aquellos viajes de alma y andadura, debido en parte a su espíritu hilarante y ansioso de aventuras. Apologista de la risa y escritor cordial, dijo en cierta ocasión no sin cierto retintín: <<Cuando era joven podía recordar cualquier cosa, hubiera sucedido o no>>
S. L.Clements gustaba de su país, Estados Unidos, y andaba y desandaba en su calesa particular el vasto territorio patrio del sur. Además, siendo ''amiguete'' del celebérrimo Nikola Tesla, visitó en numerosas ocasiones al científico, invirtiendo largas horas de tertulia, los dos, en el mismo laboratorio del inventor.
De igual modo, también viajaba por Europa con frecuencia, debido a su trabajo como periodista en el Territorial Enterprise de Virginia City* (Estado de Nevada), más tarde para sus innumerables conferencias sobre viajes (dónde aprovechó su experiencia de navengante en el Missouri) a Europa y América del Norte y Mesoamérica..


File:Mark Twain in the lab of Nikola Tesla; 1894.jpg
N.Tesla: (aparte) ¿Qué estará tramando?
         M.Twain: ¡Huy, mira, una esfera incandescente
     para viajar en el tiempo! ¡Rey Arturo, allá voy!


*: Pincha en el enlace para ver un mapa sobre la ciudad de Virginia en 1875 (Imagen de Wikipedia).





martes, 21 de febrero de 2012

Hace cuatro días · Quinteto becqueriano (y reflexión)


Son dos ríos que se cruzan en el embalse. Nuestras dos almas.
Son dos pajarracos que pican amorosamente la ventana. Tú y yo.
¡Oh, como quisiera ser el dueño enfurecido de aquella casa
para darnos caza, amor mío!
Y en la apretujada celda, liberar nuestro eterno amor enjaulado.

-----------------
Aquí un tema universal y que muchos ávidos lectores reconocerán, vivirán y gozarán con ahínco, ímpetu, llamadlo como queráis: El amor romántico (aquel que se profesaba allá por el s. XIX, y también ahora), ese tema tan popular y exitoso.
¿Cuando más se hace rogar, más nos presta a recoger lo sembrado, aunque esté preñado de veneno o dulce?

Nota: Aunque el poema se trate de un quinteto no tengan en cuenta la métrica (me di cuenta que no concuerdan los versos según la rima, nada de A-B-A-A-B), pues resulta ser lo menos interesante.
----------------

Hace apenas cuatro días, se cumplieron ciento setenta y seis años del nacimiento del poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer (17 de febrero de 1836 - Madrid, 22 de diciembre de 1870). En vida fue moderadamente conocido como periodista en La Capital, mientras que ya estrenado el vestido de madera, su renombre traspasó las eras del tiempo y la literatura. El poema adjunto pretende raspar un poco (¡Incluso poco es mucho!) del espíritu de Bécquer (un imposible), del cual me impregné de sus poesías, Rimas y Leyendas, hará cerca de cinco años. Siempre tendré, al igual que otros jóvenes poetas como un servidor, un grato recuerdo de cuando era un chiquillo de apenas trece o catorce años, y un muerto me llamó al oído y me acercó un regalo que me cambiaría la vida para siempre... Él es el único poeta que leí con repetitivo afán cuando, en mis quince años me interesé en la prosa, pues estaba desilusionado con mi poesía, porque nunca, en mi temprana actividad llegué a perfilar un estilo propio. ¿Fue un error o una sabia decisión? ¿Si te he visto no me acuerdo? ¡Nada más alejado! Solo sé que inmiscuirme más en prosa me acercaba aún más en el seno de la poesía. Y más temprano que tarde, mi estilo se gestó al inicio de mis diecisiete años, aunque suelo invitar otros fuegos...


Archivo:Gustavo Adolfo Bécquer.png
Monumento al poeta en el Parque María Luisa, en Sevilla.

Jordi: Perdone, maestro, por no honrarle antes...
Bécquer: Pierde cuidado, zagal.


martes, 14 de febrero de 2012

La dáliva de la traducción. Convertir el fracaso en algo fructuoso.


Traducir es, para aquellos eruditos del mundo clásico y no tan clásico (¡amantes del universo literario, pues sí!), una ardua empresa, tamaña, al alcance de unos pocos entendidos y para el disfrute de muchos ansiosos. La afición (u oficio, según se mire) por desentrañar el significado de aquellos términos que permanecen vivos y coleando en una lengua distinta a la nuestra es un maravilloso afán, cada cual más interesante, para superarse a sí mismo.
Bien lo sabe mi profesor de Clásicas, pues repite hasta la extenuación, como si se tratase de apoyo moral a las tropas cansinas que a punto están de batirse en duelo con la muerte enlodazadas, su MÁXIMA característica (en catalán) que, con la caída de la noche, resuena en mi mente aún cuando llevo dos años con él como alumno:
És clar que costa traduïr un text del grec o llatí antics al català dels nostres dies, però hem de pensar que és un desafiament cap a nosaltres i la nostra maduresa, necessari per a crèixer com a persones / Claro que cuesta traducir un texto del griego o latín antiguos al catalán de nuestros días, pero debemos de pensar que es como un desafío hacia nosotros y nuestra madurez, necesario para crecer como personas.

Ahora, hoy por hoy y pasito a pasito, estas mismas palabras siguen calando hondo en mí. No solo es un gran consejo (porque es un gran consejo), sino es la invitación de un amigo a ser amigo de alguien que partió hace muchos años, de este mundo, tal vez de una de las Ciudades-Estado griegas o de la mismísima Roma en su garum imperial, y dejó su legado para que jóvenes (y no tan jóvenes) amasen aquella niña de flamígeros rulos y embozados sus ojos negros con una venda, llamada Amor a la Literatura.  Y que la descubrieran como se presenta a los curiosos, una inocente que espera ser querida y que la revistan con una pluma de ternura y fiesta.

Por eso, y lo digo por experiencia, el miedo al fracaso tan solo invierte el resultado de innumerables lecturas bien empleadas. Ante este panorama tan propicio a la inseguridad, hay que coger el toro por los cuernos y clavar en él un patadón semejante a ''Aquí estoy yo y Ovidio se va a enterar de quién es Jordi''.


No obstante, aprender otros idiomas siempre nos crece el ánimo, como personas, como poetas, como lectores en general. La traducción (con sus intentos, fallos, y cada vez más seguidas victorias) es la rotura de una lanza (como bien dijo cierta actriz en la entrega de los Premios Gaudí del año 2011), imprescindible para honrar a los grandes.


sábado, 11 de febrero de 2012

Saluts de Pachelbel!

Johann Pachelbel (Núremberg, 1653 - Ídem, 1706), compositor alemany del barroc (como d'altres que han aparegut al llarg de la meva jove vida). Músic prolífic que es guanyà el fervor de diferents sectors de la societat,  l'eclesiàstic, si som un xic més exactos, per les seves obres sacres. Ha passat a formar part del meravellòs grup antològic dels mestres barrocs en diverses ocasions, sobretot pel seu Canon en Re major (que resulta ser un Cercavila, més que un Canon, tot s'ha de dir...).


Kanon und Gigue in D-Dur für drei Violinen und Basso Continuo:

http://www.youtube.com/watch?v=8Af372EQLck


Archivo:Lorelei rock1.jpg
El rocam Lorelei, al bordall del Rin, prop de Sant Goarshausen .


Per cert, avui, dia onze de febrer de l'any 2012, el meu cos compleix dinou inverns amb les seves dinou primaveres. És meravellòs saber com passa irrefrenable el temps i, per sort, no poder fer res per a remediar-ho!

sábado, 4 de febrero de 2012

Al escuchar un delirante trueno · Primer estigma


~Es una antigua historia que resulta siempre nueva~
        Heinrich Heine (Düsseldorf, 1797 - París, 1856)

Al escuchar el suave rostro de la brisa,
la mirada me atraía una simple roca,
y allí estaba ella, sola, con sus ojos removiendo
pétalos en la arena.

Al escuchar el inocente sonido de sus labios,
cabeceaban sin saberlo mis cabellos erizados hacia ella,
como si respondiesen ante un conjuro.


Será que fuere una maga escondida por los frutos
y el colorete de sus mejillas,
pero era la amada por la que mis versos suspirarían.

Mis ojos se unían con el viento, buscándola.
Era rápida y persistente, por eso huía
hacia los refugios secos de lo prohibido.

Y yo, cada vez más descarnado por sus briznas
llegaba al claro de un bosque lluvioso,
con los huesos de mis piernas hechos membrillo.

Mi mente se perdía ante el hechizo
revolvente del rayo.
Sentí que estaba cada vez más perdido y ella más alta.
A cierto tiempo lograba ver que la providencia iluminaba las gotas
y ella apareció junto conmigo.

De noche, mis ojos refulgían el claro sereno
y notaba el calor de sus manos desnudas.
El frío fusionaba la carne con cada gemido,
y ella se alteraba ante mi asombro.

Al escuchar su leve tamborileo, la tierra comenzaba
sus devaneos crueles y nuestra ciencia
se volvía infinita,
dándonos a cambio el cálido aire de un corcel.

Y cuando los astros lejanos se acercaban a nuestros cuerpos
y la luna nos oscurecía con sus mieles, se fue.


Texto de Jordi Rodríguez Serras.